- EL LENGUAJE.
La antropología lingüística comparte el interés general de su campo de estudio por la diversidad en el tiempo y el espacio. Analiza la estructura del lenguaje y su uso, el cambio lingüístico y las relaciones entre lenguaje, sociedad y cultura. El lenguaje hablado (discurso) y el escrito (escritura; que ha existido desde hace unos 6.000 años), es nuestro medio de comunicación primario. Al igual que la cultura en general, de la que el lenguaje es una parte, éste se transmite a través del aprendizaje, como parte de la enculturación. El lenguaje se basa en asociaciones arbitrarias y aprendidas entre palabras y las cosas que éstas representan. Al contrario que los sistemas de comunicación de otros animales, el lenguaje nos permite tratar sobre el pasado y el futuro, compartir nuestras experiencias con otros y beneficiarnos de las experiencias de ellos.
Los antropólogos estudian el lenguaje en su contexto social y cultural. Algunos antropólogos lingüísticos reconstruyen lenguas antiguas mediante la comparación de sus descendientes contemporáneas y al hacer esto realizan descubrimientos sobre la historia. Otros estudian las diferencias lingüísticas para descubrir visiones de mundo y patrones de pensamiento variados en una multitud de culturas. Los sociolingüistas analizan los dialectos y estilos de una sola lengua para mostrar cómo el habla o el discurso refleja las diferencias sociales. Los antropólogos lingüísticos exploran también el papel del lenguaje en la colonización, la expansión capitalista, la formación del Estado, las relaciones de clase y la dependencia política y económica.
- LA COMUNICACIÓN NO VERBAL.
El lenguaje es nuestro principal medio de comunicación, pero no el único que usamos. Nos comunicamos cuando transmitimos información sobre nosotros a otros y cuando recibimos tal información de ellos. Nuestras expresiones faciales, posturas corporales, gestos y movimientos, aun cuando sean inconscientes, expresan información y son parte de nuestros estilos de comunicación. Deborah Tannen (1990) analiza las diferencias de los estilos de comunicación de los hombres y mujeres norteamericanos, y sus comentarios van más allá del lenguaje. Indica que las chicas y las mujeres tienden a mirarse directamente entre ellas cuando hablan, mientras que los chicos y los hombres no lo hacen. Los varones son más propensos a mirar al frente en lugar de entrar en contacto visual con los ojos de alguien, en especial con otro hombre que se halle sentado enfrente. También, en los grupos convencionales, los hombres tienden a relajarse y a tumbarse. Las mujeres pueden adoptar una postura relajada similar en grupos de mujeres, pero cuando están con hombres tienden a apoyarse sobre sus extremidades y adoptan una postura más tensa.
La kinésica es el estudio de la comunicación a través de los movimientos corporales, las posturas, los gestos y las expresiones faciales. Los lingüistas prestan atención no sólo a lo que se dice, sino a cómo se dice y a otros rasgos, además del lenguaje, que expresan significados. Utilizamos gestos, como señalar con la mano, para dar énfasis. El entusiasmo de un hablante no solo se expresa con las palabras, sino también a través de expresiones faciales, gestos y otros signos de animación. Utilizamos formas verbales y no verbales de comunicar nuestros estados de ánimo- entusiasmo, tristeza, alegría, pesar-. Variamos nuestra entonación y la agudeza o el volumen de nuestra voz. Nos comunicamos con pausas estratégicas, e incluso quedándonos en silencio. Una estrategia eficaz de comunicación puede ser alterar el tono agudo, el nivel de la voz y las formas gramaticales, como declaraciones (“yo estoy…”), imperativos (“Sigue adelante…”) y preguntas (“¿Estás…?”). La cultura nos enseña que ciertas formas y estilos deben acompañar a ciertos tipos de discurso. Nuestra conducta, verbal y no verbal cuando va ganando nuestro equipo favorito estaría fuera de lugar en un funeral, o cuando se trata un tema triste.
Algunas de nuestras expresiones faciales reflejan nuestra herencia primate. Podemos verlas en los monos y especialmente en los simios. ¿En qué medida son “naturales” y universales los significados expresados facialmente? En todo el mundo, las sonrisas, las risas, los fruncidos de ceño y las lágrimas tienden a tener significados similares, pero interviene la cultura y en algunas culturas la gente sonríe más que en otras. En una determinada cultura los hombres pueden sonreír menos que las mujeres; y los adultos, menos que los niños. Toda una vida de sonreír y fruncir el ceño deja marcada la cara, por lo que se desarrollan líneas que demarcan la sonrisa o arrugas en el ceño.
La cultura siempre juega un papel en el modelado de “lo natural”. Los animales se comunican a través de los olores, utilizando las emanaciones para marcar el territorio, un medio químico de comunicación. En los países industriales avanzados las industrias de los perfumes, elixires bucales y desodorantes se basan en la idea de que el sentido del olfato juega un papel en la comunicación y en la interacción sociales. Sin embargo, diversas culturas son más tolerantes que la nuestra con los olores “naturales”.
Transculturalmente, mover la cabeza arriba y abajo no siempre significa afirmativo, ni tampoco hacerlo de un lado a otro significa negativo. Los brasileños agitan un dedo para decir que no. Los norteamericanos dicen “uh huh” para afirmar, mientras que en Madagascar se hace un sonido similar para denegar. Los norteamericanos señalan con sus dedos; la gente de Madagascar lo hace con los labios.
Los movimientos corporales comunican diferencias sociales. Los brasileños de clase baja, en especial las mujeres, dan apretones de mano muy flojos a quienes consideran sus superiores sociales. En muchas culturas, los hombres dan apretones de manos más firmes que las mujeres. En Japón, hacer reverencias forma parte de la normalidad en las relaciones sociales, pero se utilizan diferentes tipos de reverencias dependiendo del estatus social de la gente con quien se interactúa. En Madagascar y la Polinesia la gente de estatus más bajo no debe mantener sus cabezas por encima de las de las personas de mayor estatus. Cuando se aproximan a alguien de mayor edad o de mayor estatus, se doblan las rodillas y se agacha la cabeza en señal de respeto. En Madagascar siempre se hace esto, como muestra de educación, cuando se pasa entre dos personas.
- LENGUAJE, PENSAMIENTO Y CULTURA.
3.1. Chomsky.
El lingüista Noam Chomsky (1955) ha argumentado que el cerebro humano contiene un conjunto limitado de reglas para organizar el lenguaje, por lo que todas las lenguas tienen una base estructural común (Chomsky denomina a este conjunto de reglas gramática universal). El hecho de que la gente pueda aprender lenguas extranjeras y de que las palabras y las ideas puedan traducirse de una lengua a otra tiende a apoyar la posición de Chomsky de que todos los humanos tienen capacidades lingüísticas y procesos de pensamiento similares.
3.2. Sapir-Whorf.
Otros lingüistas y antropólogos tienen un enfoque diferente de la relación entre el lenguaje y el pensamiento. En lugar de buscar estructuras lingüísticas universales como pistas de la existencia de procesos mentales universales, creen que diferentes lenguas producen formas diferentes de pensar. Esta posición se conoce como la hipótesis de Sapir-Whorf porque fueron Edward Sapir(1931) y Benjamin Lee Whorf (1956) sus primeros defensores. Argumentaban que las lenguas llevan a sus hablantes a pensar de determinadas maneras. Por ejemplo, la tercera persona del singular de los pronombres personales del español (él, ella, ello, suyo, suya) permiten distinguir el género. En inglés existe el género, aunque no se da un sistema completamente desarrollado en el que el género del nombre concuerde con el del adjetivo, como sucede en español (un buen chico, una buena chica frente al inglés a good boy, a good girl). Por tanto, la hipótesis de Sapir-Whorf sugeriría que los angloparlantes no pueden evitar prestar menos atención a las diferencias entre masculino y femenino que los españoles o los franceses.
3.3. Vocabulario y percepción.
Un léxico (o vocabulario) es el diccionario de una lengua, su conjunto de nombres para las cosas, hechos e ideas. El léxico influye en la percepción. Así, los esquimales tienen varias palabras diferentes para distintos tipos de nieve a las que en español nos referimos sencillamente como “nieve”. La mayoría de los hispanohablantes nunca notan la diferencia entre estos tipos de nieve e incluso podrían tener dificultades en percibirla aun cuando alguien se las señalase. Los esquimales reconocen y piensan en las diferentes nieves que los hispanohablantes no ven porque nuestra lengua solo nos proporciona una única palabra.
De modo similar, los nuer de Sudán tienen un elaborado vocabulario para describir el ganado vacuno. Los esquimales tienen varias palabras para nieve y los nuer tienen decenas de palabras para el vacuno debido a sus historias, economías y entornos particulares. En caso de necesidad, los hispanohablantes pueden también elaborar sus propios vocabularios para la nieve y el vacuno. Por ejemplo, los esquiadores utilizan diversas palabras para las variedades de nieve que no se encuentran en los léxicos habituales de quienes viven en la Costa del Sol. De modo similar, el vocabulario que usan los expertos aficionados taurinos para referirse a los toros le resulta poco menos que incomprensible a alguien que no guste de ese acontecimiento. Estos conjuntos de términos y de distinciones especializados que son particularmente importantes para ciertos grupos (aquellos centrados en una experiencia o actividad particular) se conocen con el nombre de vocabulario focal.
El vocabulario es el área del lenguaje que cambia con mayor rapidez. Cuando son necesarias aparecen y se difunden nuevas palabras y distinciones. Por ejemplo, hace un tiempo no se formateaba nada. Los nombres de las cosas se simplifican a medida que se vuelven comunes e importantes. Una televisión ha pasado a ser una TV o también una tele, una motocicleta una moto.
Lenguaje, pensamiento y cultura están interrelacionados. Sin embargo, sería más correcto decir que los cambios en la cultura producen cambios en la lengua y en el pensamiento que a la inversa.
Las formas que tienen las personas de dividir el mundo- los contrastes que perciben como significativos- reflejan sus experiencias. Los antropólogos han descubierto que ciertos dominios léxicos y elementos del vocabulario evolucionan en un orden determinado. Por ejemplo, tas estudiar la terminología del color en más de 100 lenguas, Berlin y Kay (antropólogos de la segunda mitad del siglo XX) descubrieron diez términos básicos de color: blanco, negro, rojo, amarillo, azul, verde, marrón, rosa, anaranjado y púrpura (que evolucionaron más o menos en este orden). El número de términos variaba con la complejidad cultura. Representando un extremo estaban los cultivadores de Papúa- Nueva Guinea y los cazadores y recolectores australianos, que utilizaban solo dos términos básicos, que se traducen como negro y blanco o como oscuro y claro. En el otro extremo del continuum estaban las lenguas europeas y asiáticas con todos los términos de colores. La terminología del color estaba más desarrollada en áreas con una historia en el uso de tintes y de coloreado artificial.
FUENTES:
Conrad Phillip Kottak. Espejo para la Humanidad. Introducción a la Antropología Cultural. Editorial Mc Graw Hill. Madrid. 2003.