- DEFINICIÓN.
Los animales inferiores en la escala evolutiva, como es el caso de la mayor parte de las especies de insectos, son capaces de valerse por sí mismos desde muy poco después de nacer con escasa o ninguna ayuda de los adultos. No existen generaciones entre las especies inferiores, ya que el comportamiento de los “jóvenes” es prácticamente idéntico al de los “adultos”. Sin embargo, a medida que vamos subiendo en la escala evolutiva estas observaciones se aplican cada vez menos; los animales superiores tienen que aprender modos apropiados de comportamiento. Entre los mamíferos, los jóvenes están en muchos casos totalmente indefensos cuando nacen y necesitan el cuidado de los mayores, y el niño es el más indefenso de todos ellos. Un niño no puede sobrevivir sin ayuda de un adulto al menos durante los cuatro o cinco años primeros de vida.
La socialización es el proceso por el cual el niño indefenso se va convirtiendo gradualmente en una persona autoconsciente y capaz de conocer, diestra en las formas de la cultura en la que ella o él ha nacido. La socialización no es un tipo de “programación cultural” por el cual el niño absorbe, de un modo pasivo, las influencias con las que él o ella entra en contacto. Todo recién nacido tiene necesidades o exigencias que afectan al comportamiento de los responsables de su cuidado.
La socialización pone en contacto a las diferentes generaciones. El nacimiento de un niño altera las vidas de aquellos que son responsables de su crianza- quienes, a su vez, atraviesan por nuevas experiencias de aprendizaje. La paternidad liga normalmente las actividades de los adultos a las de los niños para el resto de las vidas de ambos. Las personas mayores siguen siendo padres cuando se convierten en abuelos aunque, por supuesto, entablan otra nueva serie de relaciones que conectan a las diferentes generaciones entre sí. Aunque el proceso de aprendizaje cultural es mucho más intenso durante la infancia y la niñez temprana de lo que lo es después, el aprendizaje y el amoldamiento continúan durante todo el ciclo vital.
- NIÑOS “NO SOCIALIZADOS”.
¿Cómo serían los niños si, por algún motivo, crecieran sin la influencia de los adultos? Obviamente ninguna persona podría criar a un niño apartado de la influencia humana a modo de experimento. Sin embargo, han existido varios polémicos casos de niños que pasaron los primeros años de su vida apartados del contacto humano normal.
2.1. El “niño salvaje de Aveyron”.
El 9 de enero de 1800 una extraña criatura surgió de los bosques cercanos al pueblo de Saint-Serin en el sur de Francia. Excepto por el hecho de que caminaba en posición erecta se asemejaba más a un animal que a un humano, pero pronto fue identificado como un niño de unos once o doce años. Únicamente emitía estridentes e incomprensibles chillidos. El niño parecía carecer del sentido de la higiene personal y evacuaba donde y cuando le parecía. Fue conducido a la policía local y, más tarde, a un orfanato cercano. Al principio trató de escapar constantemente y pudo ser retenido no sin dificultades, y se negó a llevar ropas rasgándolas tan pronto como habían terminado de ponérselas. Ningún padre le reclamó jamás.
El niño fue sometido a un detallado examen médico en el que no se identificó ninguna anormalidad digna de destacarse. Cuando se le puso delante de un espejo pareció que era capaz de ver su imagen pero no de reconocerse a sí mismo. En una ocasión trató de alcanzar a través del espejo una patata que había visto reflejada en él. (La patata estaba, de hecho, sostenida por alguien detrás de su cabeza). Después de varios intentos, y sin volver la cabeza, cogió la patata por encima de su hombro.
Más tarde, el niño fue trasladado a París, donde se llevó a cabo un intento sistemático de transformarle “de bestia en humano”. El esfuerzo resultó parcialmente satisfactorio. Aprendió a utilizar el retrete, accedió a llevar ropa y aprendió a vestirse solo. Pero no le interesaban ni los juguetes ni los juegos, y nunca fue capaz de articular más que un reducido número de palabras. Hasta donde sabemos la cuestión no estaba en que fuese retrasado mental. Parecía que o no deseaba dominar totalmente el habla humana o que era incapaz de ello. Con el tiempo hizo escasos progresos y murió en 1828 a la edad de cuarenta años.
2.2. Genie.
No podemos saber el tiempo que vivió solo en los bosques el “niño de Aveyron” o si sufría o no algún defecto congénito que le impidió desarrollarse como un ser humano normal. Sin embargo, existen recientes que apoyan algunas de las observaciones hechas sobre su comportamiento. Un caso muy reciente lo proporciona la vida de Genie, una niña de California que estuvo encerrada en una habitación desde que tenía aproximadamente un año y medio hasta los trece. El padre de Genie retuvo a su esposa, que se estaba quedando ciega, prácticamente confinada en la casa. La principal conexión de la familia con el mundo exterior era a través de un hijo adolescente que iba a la escuela y hacía la compra.
Genie tenía un defecto de cadera de nacimiento que le impidió aprender a andar bien, y su padre le pegaba a menudo. Cuando Genie tenía veinte meses parece ser que el padre decidió que era retrasada y “la encerró” en una habitación con las cortinas corridas y la puerta cerrada con llave. Permaneció en dicha habitación durante los siguientes nueve años, y solo veía a los otros miembros de la familia cuando le traían la comida. A Genie no se le enseñó a asearse, y estuvo parte del tiempo atada, desnuda, a una sillita de niño. A veces, de noche, la soltaban, pero solo para meterla en una prenda represora, un saco de dormir en el que sus brazos quedaban inmovilizados. Así atada, la metían en una cuna con una malla metálica a los lados y una manta de red por encima. De algún modo consiguió, en estas tremendas circunstancias, soportar el paso de las horas, los días y los años. Apenas si tuvo oportunidad de escuchar alguna conversación entre los otros miembros de la casa. Si intentaba hacer algún ruido o llamar la atención, su padre le pegaba. Este no le habló nunca, y ladraba o emitía ruidos de animales si ella hacía algo que le molestaba. Carecía de juguetes propios de su edad o de otros objetos con los que ocupar su tiempo.
En 1970 su madre escapó de la casa, llevándose a Genie con ella. La situación de la niña llegó a oídos de un trabajador social y la niña fue ingresada en la sala de rehabilitación de un hospital infantil. Cuando llegó al hospital no podía mantenerse en posición erecta, correr, saltar o trepar, y solo era capaz de andar arrastrando torpemente los pies. Un psiquiatra la describió como “no socializada, primitiva, apenas humana”. Sin embargo, una vez en la sala de rehabilitación Genie hizo progresos relativamente rápidos. Aprendió a comer normalmente y a asearse, y accedió a vestir como los demás niños. Pero permanecía callada casi todo el tiempo, excepto cuando se reía, con una risa aguda y “artificial”. Se masturbaba constantemente en situaciones públicas, negándose a abandonar el hábito. Más tarde vivió como hija adoptiva en casa de uno de los doctores del hospital, y fue desarrollando gradualmente un vocabulario bastante amplio, suficiente para emitir un número limitado de frases elementales. Pero su dominio del lenguaje nunca progresó más allá de un niño de tres o cuatro años.
El comportamiento de Genie se estudió intensivamente y se le hicieron una serie de tests a lo largo de un período de siete años. Estos parecían indicar que no era imbécil y que no sufrís ningún otro defecto congénito. Parece que lo que le ocurrió a Genie, al igual que al “niño de Aveyron”, es que cuando accedió al contacto humano había sobrepasado la edad en la cual los niños ya han realizado el aprendizaje del lenguaje y de otras habilidades humanas. Probablemente existe un “período crítico” para el aprendizaje del lenguaje y otras habilidades complejas, después del cual es demasiado tarde para llegar a dominarlos completamente. El “niño salvaje” y Genie proporcionan una idea aproximada de lo que sería un niño “no socializado”. Ambos retuvieron numerosas actitudes “no humanas” aunque, a pesar de las privaciones que sufrieron, ninguno demostró ningún vicio duradero. Respondieron de inmediato a los que les trataron con cuidado, y adquirieron un nivel mínimo de las habilidades humanas ordinarias.
Sin duda, hay que tener cuidado a la hora de interpretar casos de este tipo. En cada uno de estos ejemplos es posible que quedase sin diagnosticar una anormalidad mental. Por otra parte, las experiencias a las que fueron sometidos los niños pudieron causar daños psicológicos que les impidieron dominar las habilidades que la mayoría de los niños adquieren a una edad mucho más temprana. Aun así, existe una similitud suficiente entre estas dos historias, así como con otras que se conoce, para poder sugerir cuán limitadas estarían nuestras facultades si careciéramos de un amplio período de socialización temprana.
- AGENCIAS DE SOCIALIZACIÓN.
Podemos referirnos a los grupos y a los contextos sociales dentro de los cuales se producen importantes procesos de socialización con el término agencias de socialización. En todas las culturas, la familia es la principal agencia de socialización del niño durante la infancia. Pero en estadios posteriores de la vida del individuo entran en juego otras muchas agencias socializadoras.
3.1. La familia.
Considerando que los sistemas familiares varían ampliamente en las distintas culturas, el espectro de contactos que experimenta el niño no es, en absoluto, el mismo en todas ellas. La madre es normalmente el individuo más importante tras el nacimiento del niño, pero la naturaleza de las relaciones establecidas entre madres e hijos está influida por la forma y la regularidad de dicho contacto. Esto depende, por tanto, del carácter de las instituciones familiares y de su relación con otros grupos sociales.
En las sociedades modernas la socialización más temprana se produce dentro de un contexto familiar reducido. La mayoría de los niños británicos pasan los primeros años de vida dentro de una unidad doméstica compuesta por la madre, el padre y tal vez uno o dos hijos más. Por contraste, en otras muchas culturas las tías, los tíos y los nietos son a menudo parte de un único hogar, y cuidan incluso a los niños más pequeños. Pero dentro de la sociedad británica existen numerosas variaciones en cuanto a la naturaleza de este contexto. Algunos niños crecen en hogares con los padres únicamente, a otros los cuidan dos agentes maternos y paternos (padres divorciados y sus padrastros). Una elevada proporción de mujeres con familia trabaja fuera de casa y regresa a su trabajo relativamente pronto después del nacimiento de sus hijos. A pesar de estas variaciones, la familia sigue siendo la principal agencia de socialización desde la infancia a la adolescencia, e incluso después.
Las familias ocupan diferentes “posiciones” dentro de las instituciones generales de una sociedad. En las sociedades más tradicionales, la familia en la que se nace determina en alto grado la posición social del individuo para el resto de su vida. En las modernas sociedades occidentales, la posición social no se hereda al nacer de la misma manera. Aún así, la región y la clase social de la familia en la que nace un individuo afectan profundamente a los modelos de socialización. Los niños adoptan formas de comportamiento características de sus padres o de otros individuos del vecindario o la comunidad.
En diferentes sectores de las sociedades a gran escala se encuentran distintos modelos de educación y de disciplina, junto a valores o expectativas variables. Es fácil comprender la influencia de los distintos tipos de experiencias familiares si pensamos en la vida de, digamos, un niño que ha crecido en una familia negra pobre que vive en un barrio decadente de una ciudad comparada con la de otro niño que haya nacido en una familia blanca adinerada en un barrio blanco. Se han hecho muchos estudios sociológicos que describen estas diferencias con mayor detalle.
Sin duda alguna pocos niños, si es que alguno, sencillamente adoptan sin cuestionárselo la apariencia de sus padres. Esto es particularmente aplicable al mundo contemporáneo, en el que el cambio está a la orden del día. No obstante, la propia existencia de una diversidad de agencias socializadoras crea muchas divergencias en la apariencia de la generación de los niños, la de los adolescentes y la de sus padres.
3.2. Los iguales.
Otra agencia socializadora es el grupo de pares. Los grupos de pares son grupos de amigos de niños que tienen la misma edad. En algunas culturas, particularmente en las pequeñas sociedades, tradicionales, los grupos de pares se formalizan por niveles de edad. Cada generación tiene ciertos derechos y responsabilidades que varían a medida que aumenta la edad. Existen a menudo ceremonias o ritos específicos que marcan la transición de los individuos de un nivel de edad a otro. Los que pertenecen a un grado de edad concreto mantienen normalmente un contacto estrecho y amistoso durante toda la vida. Una serie típica de estos niveles de edad serían niñez, grupo de jóvenes, grupos adultos, primero vejez y senectud. Los hombres no cambian de nivel como individuos, sino como grupos enteros.
La importancia de la familia en la socialización es obvia, ya que la experiencia del recién nacido y del niño se modela exclusivamente dentro de ella. Resulta menos evidente, especialmente para los que vivimos en las sociedades occidentales, lo importantes que son los grupos de pares. Incluso careciendo de grados de edad, los niños mayores de cuatro o cinco años pasan normalmente mucho tiempo en compañía de amigos de la misma edad. Dada la elevada proporción actual de mujeres trabajadoras, cuyos hijos pequeños están juntos en la guardería, las relaciones entre pares son más importantes hoy incluso que anteriormente, y las escuelas son una de las principales influencias. La palabra “par” significa “igual”, y las relaciones de amistad que se establecen entre los niños pequeños tienden a ser relativamente igualitarias.
A menudo las relaciones entre pares continúan siendo importantes a lo largo de la vida de una persona. Particularmente en aquellas zonas donde no existe mucha movilidad, los individuos pueden formar parte de la misma pandilla o conservar el mismo grupo de amigos durante toda su vida o parte de ella. Incluso allí donde esto no sucede, las relaciones entre pares suelen tener un fuerte impacto más allá de la niñez y la adolescencia. Los grupos informales de gente de edades aproximadas en el trabajo y en otros contextos tienen normalmente una notable importancia en la formación de actitudes y el comportamiento de los individuos.
3.3. La escuela.
La escolarización es un proceso formal: existe un curriculum de asignaturas que se estudian. Pero las escuelas son, además, agencias de socialización en otros sentidos más sutiles. Paralelamente al curriculum formal existe lo que algunos sociólogos llaman un curriculum oculto que condiciona el aprendizaje de los niños. Se espera que los niños y las niñas aprendan a estar callados en clase, que lleguen puntuales a clase y que respeten las reglas de la disciplina escolar. Se les exige que acepten y respondan a la autoridad del personal docente. Las reacciones de los profesores también afectan a las expectativas que los niños y las niñas tienen de sí mismos. Estas se enlazan, con el tiempo, con sus experiencias laborales cuando terminan la escuela. Los grupos de pares se forman a menudo en la escuela, y el sistema de juntar a los niños y niñas en clases de acuerdo a la edad refuerza su impacto.
3.4. Medios de comunicación de masas.
Los diarios, los semanarios y las revistas florecieron en Occidente a partir de finales del siglo XVIII, pero entonces poseían un pequeño número de lectores. Solo un siglo después dicho material impreso llegó a formar parte de la experiencia cotidiana de millones de personas influyendo en sus actitudes y opiniones. La expansión de los medios de comunicación escritos se vio pronto acompañada por la comunicación electrónica. Un estudio mostró que si un noticiario en televisión difiere del relato de un periódico, el doble de gente creerá la versión televisada.
No se puede dudar del hecho de que los medios influyen profundamente en las actitudes y visiones de la gente. Aportan toda una variedad de informaciones que los individuos no recibirían de otro modo. Los periódicos, los libros, la radio, la televisión, las películas, la música y las revistas populares nos ponen en un estrecho contacto con las experiencias de aquellos de los que, sin ellos, apenas si tendríamos conciencia.
Existen pocas sociedades en la actualidad, incluso en las culturas más tradicionales, que permanezcan completamente aisladas de los medios de comunicación. La comunicación electrónica es accesible incluso para aquellos que son completamente analfabetos, y en las zonas más aisladas del Tercer Mundo es muy común encontrar a gente que tiene radio, o incluso aparatos de televisión.
- LA RESOCIALIZACIÓN.
Bajo determinadas condiciones los individuos adultos pueden experimentar una resocialización, caracterizada por la ruptura de valores y modelos de comportamiento previamente aceptados y por la subsiguiente adopción de otros radicalmente diferentes. Una circunstancia en la que esto podría suceder es el caso de un individuo que entra en una organización carcelaria- un manicomio, una prisión, un cuartel o cualquier otro lugar donde está separado del mundo exterior y sometido a una disciplina y unas exigencias nuevas y estrictas. En situaciones de gran estrés los cambios de apariencia y personalidad que acarrea pueden alcanzar dimensiones dramáticas.
- SOCIALIZACIÓN Y LIBERTAD INDIVIDUAL.
Dado que el entorno cultural en el que nacemos y alcanzamos la madurez tiene tanta influencia en nuestro comportamiento, podría parecer que carecemos de individualidad o de voluntad propia. Se podría pensar que simplemente nos acoplamos a unos moldes preestablecidos que la sociedad tiene preparados para nosotros. El hecho de que desde el nacimiento hasta la muerte estemos inmersos en la interacción con otros condiciona, sin ninguna duda, nuestra personalidad, nuestros valores y el comportamiento que desarrollamos. Pero la socialización también es el origen de nuestra propia individualidad y de nuestra libertad. En el curso de la socialización cada uno desarrolla un sentido de la identidad propia y la capacidad de pensar y actuar de un modo independiente.
Este punto se ilustra fácilmente con el ejemplo del aprendizaje del lenguaje. Nadie inventa el lenguaje que aprendemos de niños, y todos estamos constreñidos por reglas fijas del uso lingüístico. Al mismo tiempo comprender el lenguaje es uno de los factores básicos que hacen posible nuestra autoconciencia y creatividad. Sin lenguaje no seríamos seres autoconscientes y viviríamos más o menos en el aquí y el ahora. El dominio del lenguaje es necesario para la riqueza simbólica de la vida humana, para poder percibir las características individuales propias y para nuestro dominio práctico del entorno.
FUENTES.
Giddens A. Sociología. Alianza Editorial. Madrid. 1989.