A lo largo de los años, el estudio de la psicología se ha abordado desde diferentes perspectivas.
PERSPECTIVA BIOLÓGICA.
Esta perspectiva surgió a raíz de Charles Darwin (1809- 1882) y de su teoría de la selección natural, que allanó el camino para aquellos que defendían que en nuestra mente y en nuestra conducta influyen más la biología (los genes, la estructura fisiológica…) que otros elementos. Los defensores de este enfoque afirmaban que en el debate entre naturaleza y crianza, ganaba la naturaleza: principalmente, nuestra forma de ser viene determinada por componentes hereditarios y tiene una función adaptativa (o evolutiva). Según este planteamiento, todos nuestros actos se pueden justificar recurriendo a procesos biológicos y no a influencias ambientales; por ejemplo, los investigadores consideraban que cualquier funcionamiento anómalo era consecuencia de desequilibrios químicos en el cerebro, en lugar de buscar otras posibles causas. Todo pensamiento, sentimiento y conducta tenía, en definitiva, un origen biológico. Principalmente, la metodología de esta perspectiva se basaba en realizar estudios con gemelos y en la observación naturalista, aunque también se realizaron experimentos en laboratorio.
PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA/ PSICODINÁMICA.
Esta perspectiva vio la luz con Sigmund Freud, cuyo psicoanálisis era tanto una teoría como una terapia. El enfoque psicodinámico de la psicología consideraba que los episodios vividos en la infancia tienen una influencia considerable en nuestro comportamiento como adultos.
Toda conducta, por lo tanto, está determinada por nuestra mente inconsciente y las experiencias que hayamos vivido en la infancia: por ejemplo, si un perro impetuoso asustase a un niño, este podría crecer con miedo a los sucesos imprevisibles. Gran parte de las razones de nuestra conducta están ocultas en nuestra mente inconsciente y, por lo tanto, son de difícil acceso. Para llegar a ellas, Freud desarrolló técnicas psicoanalíticas como la asociación libre ( en la que se le pide al paciente que diga lo primero que le venga a la mente), el análisis de los sueños y los lapsus linguae ( también conocidos como lapsus freudianos)
PERSPECTIVA CONDUCTISTA.
Este abordaje del estudio de la psicología tiene sus raíces en el conductismo desarrollado por J.B. Watson y B. F. Skinner. En sus primeros experimentos, los investigadores observaban a ratas, palomas y gatos intentando escapar de cajas, o conseguir comida, de diferentes maneras hasta que hallaban la que funcionaba: al principio, era pura cuestión de azar, pero pronto aprendían a producir el resultado requerido deliberadamente. Este tipo de comportamiento, “moldeable” mediante regímenes de castigo-recompensa, también se da en el mundo humano. El enfoque conductista considera que toda conducta humana es aprendida, ya sea a través del condicionamiento clásico u operante, que utiliza únicamente estudios controlados y que solo tiene en cuenta el comportamiento observable ( que puede ser medido).
PERSPECTIVA COGNITIVA.
La perspectiva cognitiva surgió a mediados de los años cincuenta a raíz del desencanto generado por las limitaciones de la conductista, que se ocupaba únicamente del comportamiento observable. Los enfoques cognitivos sostienen que para comprender a la gente y su comportamiento debemos entender lo que pasa en su mente, en lugar de fijarnos solo en sus acciones; por tanto, se centran en funciones “mentales” como la memoria, la percepción, el lenguaje, el pensamiento, la resolución de problemas y la atención. La neurociencia es un área dentro de la psicología cognitiva que profundiza en lo que un daño o enfermedad cerebral puede revelarnos sobre el funcionamiento del cerebro; a menudo se analizan casos prácticos pero también se realizan estudios de laboratorio en los que a veces se utilizan técnicas de proyección de imágenes cerebrales como resonancias magnéticas (IRM).
PERSPECTIVA HUMANISTA.
Aproximadamente al mismo tiempo que se desarrollaba el enfoque cognitivo, emergía la perspectiva humanista como respuesta a las conductistas y psicoanalíticas, que eran las imperantes en esa época. Este planteamiento hace hincapié en la búsqueda de la autorrealización personal, inherente a todo individuo (es decir, en la expresión de nuestras cualidades personales y en el desarrollo de nuestro potencial) . El foco de atención se dirige hacia la persona en su conjunto, hacia sus pensamientos, sus sentimientos y la libre voluntad que rige su conducta (y que nos empuja a ser lo mejor posible). Dos de los psicólogos más influyentes de la perspectiva humanista son Carl Rogers y Abraham Maslow.
PERSPECTIVA EVOLUTIVA.
La premisa de esta perspectiva es que el cerebro humano es como es gracias a la evolución. Según este enfoque, nuestro comportamiento se explica en base a los procesos evolutivos que lo han ido conformando, y cualquier conducta actual tiene una finalidad adaptativa, es decir, se desarrolló para proporcionarnos una ventaja frente a la selección natural y a la supervivencia del más apto. La mayor parte de nuestros actos son, por tanto, instintivos: se basan en impulsos innatos con los que nacemos. La perspectiva evolutiva, por poner un ejemplo, explica muy bien el origen del estrés: en su día era un sistema de respuesta de emergencia adaptativo que nos proporcionaba un extra de energía con el que “luchar o huir” para sobrevivir a los ataques de los depredadores. Hoy en día, por supuestos, esa reacción no nos es tan útil… Puede que sea un vestigio de nuestro pasado evolutivo.
PERSPECTIVA COMPARATIVA.
Esta perspectiva utiliza el estudio con animales para entender el comportamiento humano. Charles Darwin fue esencial en el desarrollo de la psicología comparativa. Hacia finales del siglo XIX, Douglas Alexander Spalding, que estudió el instinto y la impronta genética en pájaros (observando cómo las crías de pájaro creaban un vínculo con una figura paterna), también tuvo una influencia fundamental. Las áreas de interés propias de los psicólogos comparativos son la herencia, la adaptación, el aprendizaje y el comportamiento paternal. Se piensa que todas ellas pueden arrojar luz sobre la conducta humana.
(Dra Sandi Mann. La Biblia de la Psicología. Tú, este libro y la ciencia de la mente. Ediciones Gaia. Madrid. 2016)