1.VIDA.
Platón nació el 427 a.C. en Atenas; este año fue el de la muerte de Pericles y por ello alcanzó a vivir algo de la gran época de la democracia ateniense, sin embargo, en su juventud, vivió los desastres de la guerra del Peloponeso. Tal vez la inestabilidad política de su tiempo le empujó a querer actuar en la vida pública, pero su encuentro, cuando tenía 20 años, con Sócrates cambiaría sus proyectos; sobre todo, al comprobar, según él mismo habría de escribir después, que la política ateniense podía ser tan ciega como para condenar a muerte “a nuestro amigo, el mejor hombre de los que entonces conocimos y el más inteligente y justo”( Fedón), es decir, Sócrates.
Conmovido por la muerte de su maestro, Platón abandonó Atenas- tenía 28 años- junto con otros socráticos. Después de una breve estancia en Megara, ciudad rival de Atenas y Corinto, regresó de nueva a Atenas, de donde partió luego a Cirene. Allí conoció a Aristipo y al matemático Teodoro. Pero, sin duda, el viaje más importante de este período fue a Sicilia. Es probable que un político y filósofo pitagórico, a quien conoció en Tarento, le animara a ese viaje.
En Siracusa, en la corte de Dionisio I, tirano de la ciudad, encontró a Dión, pariente de Dionisio y al que le uniría una entrañable amistad. Un accidentado viaje de regreso le llevó de nuevo a Atenas. Corría el año 387. Platón tenía ya cuarenta años. Influido, posiblemente, por la escuela pitagórica, compró un gimnasio en un terreno próximo a Atenas donde hubo un santuario dedicado al héroe Academo. Allí, en lo que después habría de llamarse Academia, comenzó a reunirse con sus amigos y discípulos, y, durante 20 años, lo que podríamos llamar primera universidad europea fue el primer centro de formación política e intelectual de los jóvenes griegos. Tal vez como fruto de estas enseñanzas, escribió en esa época algunos de sus diálogos más importantes: Banquete, Fedón, República, Fedro.
Entre los años 367 y 361, Platón volvió a Siracusa, con la esperanza de que su amigo Dión pudiera realizar, en la corte de Dionisio II, que había sucedido a su padre, las reformas políticas que no pudo llevar a cabo el anterior tirano. La famosa Carta VII nos cuenta todas las peripecias que rodearon estos empeños platónicos por construir en la realidad el sueño ideal de la República. Hasta su muerte, que tuvo lugar en el año 347, Platón continuó dirigiendo y enseñando en la Academia.
2. SUS ESCRITOS.
Platón escribió diálogos, en los que un centenar de personajes contrastan sus opiniones. El protagonista de la mayoría de estas “conversaciones” suele ser Sócrates, que impone una cierta autoridad entre los interlocutores. Pero, a pesar de ello, no hay nada más alejado del dogmatismo que esta manifestación de autoridad. Al final de algunos de estos diálogos, sus personajes no saben ya a qué atenerse.
Pero, a pesar de las divagaciones y las incertidumbres, estos “diálogos” son un estímulo constante para el pensamiento, para entender el sentido de la filosofía y para fundar el lenguaje en el que pretende expresarse. El que Platón escribiese diálogos es prueba también del dominio que la oralidad tenía en su tiempo. Lo usual era dialogar, no escribir.
Se suele dividir la obra de Platón en cuatro períodos:
1.Época de juventud (393-389 a.C.). Son escritos muy influidos por Sócrates y tratan, sobre todo, temas relacionados con las palabras que expresan conceptos importantes de la cultura griega: justicia, creación poética, educación, valor, amistad, saber, equilibrio intelectual, piedad. El lenguaje y sus significados se ponen a prueba en las opiniones de tan diversos interlocutores. El pensamiento filosófico comienza buscando el sentido de las palabras que encierran las experiencias intelectuales de una sociedad.
De esta época son: Apología de Sócrates, Critón, Protágoras, Trasímaco, Lisis, Cármindes, Eutifrón.
2.Época del primer viaje a Sicilia y de la fundación de la Academia (388-385 a.C.). Predominan las inquietudes políticas.
Sus diálogos son: Gorgias, Menón, Eutidemo, Hipias Menor, Crátilo, Hipias Mayor, Menéxeno.
3. Época de madurez (385-370 a. C.). Estos diálogos ocupan un lugar difícilmente superable, tanto en la historia de la literatura como de la filosofía. En esta época se precisa la teoría de las Ideas, la teoría del amor y se exponen algunos de los grandes mitos: el mito del destino de las almas (Fedón); el de su caída (Fedro); el de los caballos alados (Fedro); el de la ambigüedad del hombre (Banquete); y el del nacimiento del amor (Banquete).
Los diálogos de esta época son: Fedón, Banquete, República, Fedro.
4. Últimos años (369-347 a. C.). En este período es cuando tienen lugar el segundo y tercer viaje a Siracusa (años 367 y 361, respectivamente).
En estos diálogos, Platón discute su propia teoría de las Ideas y se interesa por problemas de lógica, medicina y ciencias naturales.
De esta época son: Parménides, Teeteto, Sofista, Político, Filebo, Timeo, Critias, Leyes, Epinomis.
3. LA TEORÍA DE LAS IDEAS.
3.1. Las Ideas.
La palabra Idea tiene una relación etimológica con verbos que significan “ver”. Idea es, pues, lo que se ve o una forma de mirar viendo.
Mirar viendo quiere decir sabiendo lo que se mira. Si sabemos que eso que se acerca es un hombre es porque lo miramos como hombre. La realidad concreta que percibimos- una serie de colores y formas- queda “idealizada”, “vista”, en esa palabra “hombre” que se alza desde el fondo de la lengua materna. Nos comportamos frente a él de una determinada manera, según sea conocido o desconocido, familiar o extraño. Pero de cualquier modo esa palabra que, como Idea, solo existe en el orden del lenguaje y el pensamiento, sirve para organizar lo real y, al mismo tiempo, para reflejar, es decir, para reflexionar, para volver a pensar lo real.
Las Ideas tienen, además de ese carácter universal, un rasgo peculiar. Al no estar complicadas en los detalles “concretos” con que se construye lo real, su ser es un ser abstracto y, en consecuencia, resultado de las variadas y múltiples “apariencias” bajo las que el mundo se hace presente. Por ello, aunque se ha dicho que Idea es verdaderamente lo que se ve, el verse de la Idea es una forma especial y sutil de ver. Un ver “interior” del que también se tiene experiencia diaria en el lenguaje propio y en el pensamiento que lo alienta.
Pero las Ideas no son solo conceptos, más o menos generales, que sirven para ordenar los diversos sentidos de las palabras, sino que son, además, fundamento y modelo del mundo real.
La experiencia de un mundo en continuo movimiento y cambio, tal y como había sido expresado por Heráclito, debió de crear ciertas dificultades a Platón. Lo que fluye apenas puede pensarse. Los sentidos nos entregan del mundo imágenes móviles o imágenes, aparentemente estáticas, pero que también cambian: vemos pasar las nubes. La corriente de un río; pero también vemos la roca inmóvil, el árbol ante nuestros ojos, aunque sabemos que están sujetos a mutación y cambio. Tiene que existir un universo ideal, independiente de las cosas reales, y objeto de otro tipo de mirada distinta de la de nuestros ojos.
3.2. Los dos mundos.
Hay dos mundos distintos: uno que cambia continuamente y que percibimos por los sentidos; otro que está libre del cambio. Este otro mundo inmutable solo lo percibimos con el entendimiento, con “los ojos del alma” (República). Platón intuía con esta metáfora que todo el desarrollo del conocimiento tenía que fundarse en algo que estuviese libre de las mutaciones que nos mostraba el mundo real.
Aristóteles, que, en uno de sus escritos, hizo una especie de revisión de los “primeros que filosofaron”, ha expresado con claridad este problema: “Platón, desde su juventud, se había familiarizado con Crátilo, y con las opiniones de los partidarios de Heráclito, según las cuales todas las cosas están en flujo continuo y no es posible, por ello, un saber firma. Por otra parte, como era discípulo de Sócrates, que se ocupaba de problemas morales […] buscando en ellos lo universal y siendo el primero que puso el pensamiento en las definiciones, Platón pensó que sus definiciones tenían que recaer sobre otros seres que los seres sensibles, porque ¿cómo dar una definición común de los objetos sensibles que mudan continuamente? A estos seres los llamó ideas, afirmando que lo sensible está separado de ellos y de ellos reciben sus nombres” (Metafísica).
La existencia de un mundo de las Ideas distinto del mundo real planteó un problema muy importante que ha ocupado a filósofos y matemáticos hasta nuestros días: la posible independencia y objetividad de las estructuras formales sobre las que se construye una buena parte del saber científico.
4. ÉTICA Y CONOCIMIENTO.
4.1 La ética en Platón y la Idea del Bien.
Las Ideas sostienen todo el fondo de valores éticos, de conceptos estéticos, que se enraízan en la mente y en el lenguaje- bondad, justicia, belleza, amor, etc.-, y forman una parte importante de nuestra manera de entender la existencia. Al hacer frases como “esta escultura es bella”, “este hombre es justo” o “este hombre es bueno”, hay en nosotros un fondo “teórico” que nos permite saber qué queremos decir cuando empleamos semejantes expresiones. Tiene que haber algo bello en sí, justo en sí, bueno en sí. Este en sí significa el ideal de esos conceptos, aquello que no depende de las múltiples proposiciones que podamos hacer al utilizarlos. Platón supone que la idea que hace posible tales proposiciones es un modelo del que participan las cosas y que se hace presente en el lenguaje con que lo decimos. Esa participación (methexis) es una forma subsidiaria e imperfecta de ser.
Al ser, pues, el individuo, en muchos de sus aspectos, partícipe de las Ideas, esa participación con la Idea del Bien tendrá que ser decisiva para su propio existir. Porque de la misma manera que la luz del sol ilumina el mundo verdadero, la Idea del Bien es la Idea iluminadora del hombre y su sentido, o sea, su destino. Platón intuyó con esto un mundo teórico que nunca hasta él había sido concebido como fuerza sustentadora del universo y que se convierte así en la fuente de la existencia. Pero si, como decimos, los seres participan de las Ideas, parte o reflejo del Bien está en nosotros. Precisamente, por esa participación, tendemos a él. Dicha tendencia se concreta en el concepto de imitación (mímesis). En nuestra vida diaria funciona como una estructura importante e implica, en principio, tres cosas:
1.El reconocimiento de que hay un ser, que se nos aparece superior y estimable.
2.Un impulso que nos lleva a ser como él.
3.La seguridad de nuestro ser se hace mejor en ese acto de aproximación a ese modelo.
El concepto de imitación, que tendrá su desarrollo en el arte y en la teoría estética, adquiere en Platón ese carácter dinámico y “personal”. No se trata ya de imitar objetos cuyo aspecto reproducimos, como hacen los artistas, sino que imitamos en nuestra vida a un modelo que hemos encontrado en ella.
4.2. El alma y sus tres modos de conocer.
El alma, para Platón, es el principio de la vida del cuerpo y, siguiendo con cierta concepción dualista, el elemento opuesto a la corporeidad.
A partir de la República, Platón expone los principios de una teoría del hombre donde el alma es el centro. Según Platón, existe una división tripartita del alma que representa las distintas partes que el hombre tiene de sentirse en el mundo. La terminología tradicional ha llamado a estas tres “formas” inteligible, irascible y concupiscible.
Las tres partes del alma |
Estadios de conocimiento del alma |
Modos de conocer del alma |
a)la que entiende |
a)el mundo de lo que se ve |
a) la sensación |
b)la que quiere y expresa voluntad |
b)el horizonte de las Ideas |
b) las opiniones |
c)la que expresa tendencias o deseos, menos controlados que los anteriores |
c)la luz de la Idea suprema: el Bien |
c) la verdad |
5. LA TEORÍA POLÍTICA DE PLATÓN.
5.1. Un modelo de organización ciudadana.
Platón pretende construir un modelo de organización ciudadana. Una polis que permita establecer lo que comprende su ideal de comunidad, la justicia. Las dos obras más extensas, la República y las Leyes, plantean estas cuestiones. Los temas centrales del empeño por mejorar, en una ciudad justa, a los ciudadanos que viven en ella se concretaron, sobre todo, en una serie de tesis, la primera de las cuales podría ser el sustento fundamental de todas ellas. “no hacemos un Estado tratando de que una clase de ciudadanos sea feliz, sino que lo sean todos” (República). Para ello son precisos algunos requisitos:
1.Tener una clara idea de la justicia.
2.Superar la concepción tiránica de la política, en la que algunos ciudadanos imponen por la fuerza o por el engaño su particular egoísmo.
3.Educar a los ciudadanos y, sobre todo, a los políticos.
4.Esa educación llevará al poder a los más inteligentes y generosos.
5.2. Niveles de organización del Estado.
El Estado expresa en grande lo que el individuo0 en pequeño. Por eso, Platón mantiene en la organización del Estado la misma división que en el alma individual. Hay pues:
-Un nivel superior que corresponde al logos (la racionalidad y la reflexión). A este nivel pertenecen los gobernantes filósofos que fundan su superioridad en el saber. Su misión es legislar con justicia.
-Un nivel intermedio que corresponde al ánimo, a la energía, a la fuerza. A este nivel pertenecen los guardianes. Su misión es defender al Estado de posibles ataques.
-Un nivel inferior que corresponde a las necesidades elementales del cuerpo. A este nivel pertenece el pueblo (campesinos, comerciantes, artesanos, etc.). Su misión es mantener la economía de la polis.
(AA.VV. La enciclopedia del estudiante. Historia de la Filosofía. Editorial Santillana. Madrid. 2005)