PLATÓN
En el contexto del dualismo platónico, la belleza se entiende como el reflejo del bien- que es una realidad inmaterial e inmutable- en el mundo sensible y que se puede conocer solo por la razón. A la belleza se le concede el poder de ser captada por los sentidos, en concreto, por la vista, que es el sentido más inteligente. Para Platón, la experiencia estética consiste en la capacidad que tiene el alma de recordar el mundo de las ideas con el que antes estuvo en contacto y que ha olvidado al unirse a la materia. Este recuerdo la impulsa a salir de sí y ascender, gracias a la sabiduría y a la virtud, a la contemplación del bien y la belleza.
ARISTÓTELES
A diferencia de Platón, no reflexionó tanto sobre la belleza como sobre el arte. En su obra Poética se ocupó del fin y los efectos del arte. Entendía por arte un hábito de la razón práctica que consiste en un saber hacer, es decir, un saber cuyo objeto no es la acción, sino la producción. El arte consiste en una imitación perfeccionada por la técnica. Aristóteles vinculó el arte con la verdad y el bien, por lo que afirmó que se debe sujetar a una “razón verdadera”, entendida esta no como adecuación de la obra producida a la realidad, sino como la coherencia del universo poético de la propia obra. Por ello, en el ámbito de las cosas que produce el ser humano no se puede hablar de verdad, sino de verosimilitud.
AGUSTÍN DE HIPONA
Su vida se caracterizó por una continua búsqueda de la belleza. Su admiración por la belleza de la naturaleza lo condujo a Dios, su artífice. Ese camino pasa por la propia interioridad; es decir, este filósofo insistió en la necesidad de tomar conciencia de la resonancia interior que produce la contemplación de la belleza. Hizo posible una nueva comprensión de este concepto: afirmó la existencia de la belleza en todo lo creado y negó auténtica realidad al mal y a todo lo negativo, que entendía como ausencia de bien y de belleza. Incluso tras el dolor y el sufrimiento, podemos descubrir el reflejo de la belleza que anida en todas las cosas y cuya fuente es Dios, la suma Belleza de la que participa toda otra realidad.
TOMÁS DE AQUINO
Reformó la filosofía griega, especialmente la aristotélica. La belleza consiste en una proporción que es fruto de la perfección del ser de la cosa. Por eso, lo definió como el esplendor de la forma. Al considerar que la forma es acto, la aplicó también al acto de ser. La belleza hace referencia a la causa formal no a la causa final. De aquí nace la consideración de la belleza como trascendental del ser. Según este autor, bien y belleza coinciden, pero se distinguen en que el bien despierta el deseo, mientras que la belleza produce un placer cognoscitivo.
KANT
Sostuvo que la belleza no surge del objeto, sino de un juicio exclusivamente contemplativo del sujeto. Surge cuando el objeto impacta en el sujeto, por lo que es subjetivo, pues depende del modo en que este lo percibe. Pero eso no significa que el juicio “esto es bello” se pueda identificar, simplemente, con “esto me gusta”. La experiencia estética auténtica carece de finalidad. Los juicios estéticos afirman que algo es agradable, pero no porque sea útil o perfecto. De ahí que tales juicios sean universalizables y generen un sentido común estético. Al no sujetarse a ningún interés ni condición, la belleza es símbolo de lo moral.
SCHELLING
La obra de arte es el resultado natural de una intuición espiritual. Con ello, Schelling consideró que la actividad creadora es consciente, pero lo que resulta- la obra de arte- surge como algo espontáneo y natural ante lo cual el propio artista se sorprende. Para Schelling, la actividad consciente de crear se llama arte y el objeto creado, que es inconsciente, se denomina poesía en sentido amplio. La tarea del arte es alcanzar lo sublime, es decir, la indiferencia absoluta donde la libertad y la necesidad, lo finito y lo infinito, se identifican. De este modo, en el arte se hace objetivo lo que en la filosofía se mantiene escondido.
HEGEL
Este autor llevó hasta sus últimas consecuencias el idealismo trascendental de Kant, identificando pensamiento y realidad, sujeto y objeto. La realidad es producida directamente por el Espíritu absoluto. Este es todo lo que existe y nada existe fuera de él. Así, cualquier otra realidad es una manifestación del despliegue del Espíritu: el arte es una manifestación sensible del Espíritu. Su despliegue se rige por una ley- la dialéctica- que en el arte se concreta en estadios: el arte simbólico, el arte romántico o cristiano y el arte clásico. El arte clásico supone su culminación, por la armonía que presenta entre forma y contenido. Por otra parte, consideró que el arte queda superado por la filosofía, ya que gracias a la razón, el sujeto se conciencia de la totalidad del despliegue del Espíritu.
NIETZSCHE
Frente al idealismo absoluto, defendió con vehemencia los aspectos irracionales de la vida individual y de las manifestaciones artísticas. Consideró que el arte desempeña un papel fundamental en la medida en que permite acceder a lo real por una vía no racional, vital. Distinguió dos actitudes ante la vida y el arte: la apolínea y la dionisíaca. Lo apolíneo es manifestación del orden, la forma, la coherencia y la proporción. Pretende cubrir la realidad con un velo estético, creando un mundo ideal de forma y belleza. Lo dionisíaco, sin embargo, es la afirmación apasionada de la vida. El arte auténtico es el dionisíaco, que se expresa como voluntad de poder, por lo que no se somete a normas y afirma la vida en toda su energía.
HEIDEGGER
Pretendió recuperar la metafísica o el estudio sobre el ser. Afirmó que el ser de las cosas se manifiesta en los entes. Se refirió a esa revelación con la palabra alétheia (término griego que significa “desvelamiento”). Consideró que el arte es una manera de desvelamiento del ser. El artista se pone al servicio del ser, sin tratar de ejercer una posición de dominio; de esta forma, la verdad se hace presente. La poesía es la mejor manifestación artística, ya que el ser se manifiesta en el lenguaje. Poetizar y pensar son dos formas diferente de hacerse cargo de lo real. Frente al peligro deshumanizador de la técnica, la poesía es capaz de asumir lo humano que se encuentra entre el cielo y la tierra, entre lo cognoscible y lo incognoscible.
ADORNO
Los autores de la Escuela de Frankfurt intentaron compatibilizar la filosofía marxista materialista con otras corrientes. Seguían considerando que los procesos económicos de producción son los factores determinantes de la historia. Frente a la razón instrumental, que fundamenta el avance de la ciencia y la técnica, propusieron una teoría crítica que denunciara las injusticias y la explotación del hombre por el hombre.
En esta línea de pensamiento, Adorno destacó la función del arte como una forma de denuncia social. Afirmó que la obra artística tiene un doble carácter: el autónomo y el del hecho social. Independientemente del contenido explícito, la obra tiene la capacidad de reflejar la historia de una época, es decir, las luchas sociales que la definen. Esto no significa que toda obra artística deba presentar una temática comprometida o que su finalidad explícita sea la protesta social. Adorno consideró que se debe respetar la libertad del artista.
ZAMBRANO
Intentó dar respuesta a tres problemas: la razón dominadora del racionalismo y del idealismo, la ausencia de Dios en la filosofía contemporánea y la defensa de la dignidad de la persona. Reivindicó el papel de la razón intuitiva (poética), capaz de captar el mundo de la vida. Defendió la necesidad de complementar la filosofía con la razón poética, que no busca dominar la realidad, sino acogerla como un don. El artista no busca someter la realidad, sino encontrar su sentido y aceptarla con amor.
(AA.VV. Filosofía. BA Código abierto. Editorial Casals. Barcelona. 2022)